El sobrepeso es uno de problemas más importantes en cuanto a salud que tiene la sociedad de nuestros días. De hecho también es denominado como la epidemia del siglo XXI. Nutricionalmente hablando es el principal problema en el día de hoy. El incremento de la obesidad en todas las clases sociales y en todas las edades ha llegado a ser preocupante: las administraciones y los gobiernos comienzan a advertir que supone un gran gasto público y advierten de la gravedad del problema.
Durante muchos siglos la acumulación de grasa era típica de las clases sociales altas, que se podían permitir el exceso de alimentos y que tenían una escasa o nula actividad física. Desde la prehistoria se conservan estatuas de figuras obesas y durante gran parte de la historia se ha visto como un elemento de salud y bienestar. La diferencia con nuestros días es que ahora el grado de obesidad más común ha aumentado considerablemente, así como el riesgo de enfermedades coronarias relacionadas con la acumulación de grasa.
Beneficios de hacer dieta
Unos de los objetivos más propuestos por la gente en general es adelgazar. Bien por salud o por estar más a gusto con nosotros mismos es una meta que muchos nos marcamos, sobre todo cuando se acerca el verano. Hay que considerar que ponernos a dieta tiene una serie de beneficios que es conveniente conocer y valorar:
Beneficios físicos: Seguramente queremos vernos mejor físicamente y modelar nuestra figura eliminando la grasa. La dieta es un buen camino para conseguir nuestro objetivo. Tenemos que tener claro que después de hacer la dieta vamos a estar estupendos porque, si la hacemos bien, lograremos lo que queremos. Además los progresos conseguidos nos van a ir animando poco a poco mientras dure. Cuando queremos adelgazar normalmente tomamos como referencia un peso objetivo o simplemente nos conformamos con comprobar que el cinturón del pantalón cada vez tiene que ajustarse más o que tal o cual camisa nos queda menos ajustada. Tener un objetivo estético es una de las metas que nos marcamos cuando decidimos perder peso, muchas veces motivado por lograr una figura acorde con los cánones establecidos en nuestra sociedad.
Beneficios de salud: Los motivos estéticos pueden quedar en segundo plano porque afloran los problemas de salud. Llevar una alimentación desordenada facilita la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, hipertensión, la diabetes, colesterol, cáncer colon o de mama, artrosis… dejando claro mediante varios estudios que la obesidad es un factor de riesgo importante que aumenta la mortalidad. En bastantes ocasiones una simple análitica o una exploración física con una medida de tensión arterial nos puede mostrar el antes y el después de hacer dieta. Con la obesiadad el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca aumenta considerablemente y como ya hemos comentado, se considera la epidemia del siglo XXI. Estos problemas a día de hoy son abordados por los distintos gobiernos debido al gran aumento del gasto sanitario producido por esta enfermedad y sus consecuencias.
Beneficios psicológicos: Es un ejercicio de autocontrol que va a demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de conseguir nuestros objetivos, aumentando la autoestima y la capacidad de conseguir lo que nos proponemos. Psicológicamente es beneficioso bajar de peso y comprobar que se nos cae la ropa o que nos está más holgada: nos motiva a continuar con nuestro propósito y a la vez nos permite vernos estéticamente más atractivos, lo que también influye en nuestra autoestima. Cuando estamos realizando ejercicio físico también nos resulta motivante comprobar que a medida que baja nuestro peso nuestras marcas mejoran o que aumenta la facilidad con la que realizamos algunas tareas.
Hacer dieta siempre será beneficioso, tanto por salud como por estética, siempre que se haga correctamente y bajo unas condiciones controladas y razonables. Ponernos en manos de un profesional o al menos estar bajo su supervisión será fundamental para no cometer errores que nos puedan pasar factura más adelante.
¿En que momento nos tenemos que poner a dieta?
Llegando el verano, o en cualquier otra época del año nos surge la idea o la necesidad de adelgazar. Dieta, ejercicio… nos proponemos unos objetivos que la mayoría de las veces son difíciles de conseguir. Este esfuerzo está condicionado por otros factores como el trabajo, el día a día, la familia y otros factores externos que son una fuente de estres y pueden provocar que fracasemos en nuestras intenciones.
La principal cualidad que hay que alimentar en estos casos es la fuerza de voluntad, que puede verse afectada en función del momento que elijamos para ponernos a dieta. Si comenzamos la dieta el lunes, ¿llegaremos al viernes? seguramente no, porque el estrés de toda la semana provocará que caigamos en la tentación de comer tal o cual cosa que no debemos y al traste con la dieta.
Si empezamos la dieta en fin de semana y la mantenemos, denota nuestras ganas de cumplir el objetivo marcado. Es buen momento porque nos va a permitir realizar cambios en nuestros hábitos alimentarios diarios.
La hora del día es muy importante porque tras la comida de mediodía hay un momento de tentación muy peligroso. También por la noche con toda la tensión del día acumulada es un momento de tener una férrea fuerza de voluntad y no caer en los placeres culinarios.
En cuanto a la época del año en la que ponernos a dieta, cada una tiene sus pros y sus contras: en invierno el frío y las fiestas pueden provocar que decaiga nuestro propósito. Los días de fiesta son la excusa ideal para echar a perder nuestros esfuerzos. En otoño venimos del verano y las vacaciones y hay que recuperar el control. En primavera sale el sol después del invierno y todo tiene más alegría, el calor nos permite comidas más frugales y frescas y podemos cambiar algunos platos pesados por otros más ligeros y apetecibles. El verano con la llegada del calor y los bikinis y bañadores hacen que nos preocupemos más por la alimentación y tengamos un plus de motivación para conseguir nuestro objetivo.
La motivación para adelgazar
Respecto a la motivación por la que hacemos una dieta hay que decir que no es contínua, sino que varía en función de los factores que indicábamos al principio y que pueden provocar la pérdida de la motivación inicial.
Para mantenerla sería bueno escribir los motivos por los que hemos decidido perder peso y tenerlo en un lugar bien visible, que podamos leer y nos de fuerzas para continuar.
Hay que ir poco a poco en cuanto a objetivos, que sean creíbles y realistas. Si establecemos un pequeño premio o capricho no relacionado con la comida ayuda a mantener la motivación.
El transurso del tiempo nos va a ir dando indicios del avance de nuestro proceso, podemos tomarnos fotografías cada mes para ver la diferencia, anotar el contorno de cintura para ver los progresos…
Difundir que estamos a dieta nos beneficia en cuanto a que refuerza el hecho en si, y nos llena de orgullo cuando vemos los resultados.
Si te pasas de comer algún día no es necesario mortificarte, es mejor ser consciente de ello y realizar compensaciones a lo largo de la semana para equilibrar lo que hemos desequilibrado. Saltarnos una comida después de comer un poco más de la cuenta no ayuda, simplemente tenemos que recortar un poco la siguiente.