Cuando queremos perder peso, bien sea por salud, por estética o porque nos apetece sentirnos mejor con nosotros mismos, tenemos una gran variedad de dietas que seguir. La elección de una dieta u otra depende de varios factores. Esta elección es muy importante porque de ella depende en gran parte el éxito o no de los objetivos que nos marquemos.
Siempre debemos tener cuidado con las «dietas milagro» que garantizan y aseguran el éxito en poco tiempo y de resultados permanentes. Esto es muy complicado e incluso peligroso para nuestra salud. Lo ideal sería que un profesional en la materia nos hiciese un seguimiento continuo y nos orientara en nuestras dudas y además que este profesional sea un facultativo, ya que la agresividad de algunos tipos de dieta nos puede causar daños bastante severos en nuestro organismo sin una correcta supervisión.
Continuamente están surgiendo tipos de dieta que prometen bajar de peso rápidamente y muchas de ellas sin esfuerzo. Yo personalmente desconfiaría de estas dietas ya que implican una gran carencia o unos grandes aportes de determinadas sustancias, y pueden terminar dañándonos ciertos órganos como el hígado, los riñones, el páncreas, etc. con los riesgos en la salud que esto conlleva.
Existen ciertas dietas más «agresivas» que bien supuervisadas por un médico y con el seguimiento oportuno permiten conseguir grandes resultados. Eso si, es necesario que pase un tiempo prudencial.
Lo que menos impacto origina a nuestro organismo es una dieta saludable, con una ingesta moderada de alimentos variados, sumándole incrementar la actividad física y con una duración prolongada para perder peso poco a poco y que permita al organismo adaptarse a esas nuevas condiciones y que esos cambios producidos sean más permanentes.
Tipos de dieta más conocidas
Dieta mediterránea: La dieta por excelencia es reconocida de las más saludables que podemos mantener. Esta dieta se basa en la ingesta de vitaminas y proteínas contenidos en la fruta, la carne, el pescado, las legumbres y la verdura.
Durante mucho tiempo viene siendo la dieta perfecta, recomendada por médicos de todo el mundo ya que es una dieta completa, variada y saludable. Tiene una eficacia sobradamente demostrada y sería la dieta ideal a seguir. No elegimos este tipo de dieta muchas veces por tiempo (queremos perder peso más rápido de lo que esta dieta consigue) pero da muy buenos resultados cuando se aplica a largo plazo. Cuando seguimos esta dieta realmente podemos considerar que llevamos una «dieta equilibrada».
Dieta Vegana: Esta dieta se sustenta con alimentos siempre de origen vegetal y dejando fuera siempre los de origen animal. En este caso no se toman lácteos, huevos ni miel, por ejemplo. Predomina la fruta, las legumbres, la verdura, los cereales y todos los alimentos de origen vegetal.
Seguir esta dieta implica tener cuidado en ingerir ciertos nutrientes, ya que ciertas vitaminas y minerales no abundan demasiado en los alimentos ingeridos en este tipo de dieta por encontrarse en mayor medida en productos de origen animal, como el hierro, el calcio, la vitamina D o B12, el zinc y los ácidos grasos omega-3 que si bien se encuentran en productos veganos debemos fijarnos en su ingesta para evitar tener problemas nutricionales.
Es conveniente estar alerta a ciertas señales que nos da el cuerpo indicando que puede haber un problema nutricional, como cambios en el peso, cabello o en la piel.
Con esto tenemos que considerar que una dieta vegana no siempre ni necesariamente es una dieta sana, porque la falta de ingesta de ciertos nutrientes esenciales pueden dar lugar a problemas como los mencionados anteriormente. En algunos casos sería incluso conveniente la ingesta de algunos complementos nutricionales que suplan esta carencia.
Dieta hipocalórica: La más común que consiste en bajar peso mediante la reducción de calorías en la ingesta diaria. Es una cuestión de matemáticas: hay que gastar al día más calorías de las que se ingieren. De esa manera el cuerpo obtiene la energía de las grasas acumuladas. Hay que tener en cuenta el metabolismo basal de la persona en cuestión, no es lo mismo gastar 1000 calorías diarias que 1800.
Consiste básicamente en moderar la cantidad de alimentos ingeridos. Puede pasar que una persona lleve una alimentación equilibrada, realizando suficiente actividad física y quiera bajar de peso. En lugar de realizar algún tipo de dieta alternativa una posibilidad es disminuir la cantidad de calorías ingeridas durante el día manteniendo la calidad de los alimentos y la actividad física realizada.
El metabolismo basal es la cantidad mínima de energía necesaria para vivir. Este valor es diferente en cada persona. Ciertos organismos que siguen una dieta hipocalórica durante mucho tiempo pueden tender a disminuir el metabolismo basal y producir que una mínima ingesta de calorías diaria sea suficiente para llegar a este valor, por lo que cualquier ingesta por encima de este valor, aún siendo una cantidad diaria muy reducida, impida la bajada de peso de este tipo de dieta. En estos casos para bajar de peso lo necesario sería subir e valor del metabolismo basal mediante actividad física u otro tipo de dietas en función de cada individuo.
Dieta hipercalórica: se utilizan para ganar peso, algo que no es muy común pero que se da en ciertos casos. Esta dieta consiste en aumentar la ingesta de hidratos de carbono y de grasas pero a la vez rica en nutrientes. Es muy importante el control de un profesional para hacer las cosas de la manera correcta. Es muy conveniente combinar esta dieta con actividad física no aeróbica para mejorar los resultados. La actividad dísica aeróbica fomenta el reclutamiento de fibras musculares lentas y el consumo de grasas en el cuerpo. Cuando realizamos ejercicios no aeróbicos, con cargas altas estamos fomentado el reclutamiento de fibras rápidas que son de mayor tamaño y pesan más.
Dieta de proteínas: consiste en basar la alimentación en productos básicamente proteínicos y eliminar la ingesta de hidratos de carbono. Ante la carencia de estos últimos el cuerpo se ve obligado a metabolizar las grasas para obtener la energía anteriormente obtenida con los carbohidratos. Este tipo de dieta es muy conveninente hacerla bajo supervisión de un profesional ya que el exceso de proteínas en el organismo puede provocar problemas en el hígado y en los riñones.
Dieta cetogénica: Las dietas cetogénicas carecen totalmente de azúcares y glúcidos sustituidos por grasas o proteínas. El organismo entra en un estado de cetosis que induce al metabolismo de las grasas para obtener energía. La cetosis es un estado que adquiere el organismo por la acumulación de cuerpos cetónicos en sangre. Estos cuerpos cetónicos están producidos en el páncreas a partir de las grasas cuando el cuerpo requiere azúcares y no los hemos ingerido. Como son necesarios para el funcionamiento de ciertos órganos como el cerebro, puede causar algunos trastornos orgánicos. La dieta Atkins es una de las más conocidas.
Dieta disociada: Esta dieta cataloga los alimentos por grupos y establece unas normas de combinación entre ellos para producir el efecto de bajada de peso. Restringe la ingestión de algunos alimentos en beneficio de otros, por lo que no es demasiado variada y puede provocar el déficit de determinados nutrientes esenciales para el organismo. Básicamente divide los alimentos en categorías y establece unas compatibilidades entre ellas para permitir combinaciones entre aliementos compatibles entre si y que nos van a permitir adelgazar comiendo.
Dieta macrobiótica: Está basada en la cultura japonesa e incluye algunos beneficios otorgados al yin y yang que poseen algunos alimentos. Se basa en el consumo de productos de temporada, cultivados y productos orgánicos. Se centra en la ingesta de granos cereales integrales, legumbres y verduras. Además propone ciertos estilos de vida y reconoce la influencia en nuestro cuerpo del medio ambiente, las actividades que realizamos y las actitudes que presentamos ante la vida.